lunes, 7 de marzo de 2011

Las Flores del mal


Charles Baudelaire, huérfano de padre desde 1827, inició sus estudios en Lyon en 1832 y los prosiguió en París, de 1836 a 1839. Su padre adoptivo, el comandante Aupick, descontento con la vida liberal y a menudo libertina que llevaba el joven Baudelaire, lo envió en un largo viaje a las Antillas entre 1841 y 1842 (según algunas fuentes, podría haber llegado también a la India). De regreso en Francia, se instaló de nuevo en la capital y volvió a sus antiguas costumbres desordenadas. Empezó a frecuentar los círculos literarios y artísticos y escandalizó a todo París con sus relaciones con Jeanne Duval, la hermosa mulata que le inspiraría algunas de sus más brillantes y controvertidas poesías. Destacó pronto como crítico de arte: el Salón de 1845, su primera obra, llamó ya la atención de sus contemporáneos, mientras que su nuevo Salón, publicado un año después, llevó a la fama a Delacroix (pintor, entonces, todavía muy discutido) e impuso la concepción moderna de la estética de Baudelaire. Buena muestra de su trabajo como crítico son sus Curiosidades estéticas, recopilación póstuma de sus apreciaciones acerca de los salones, al igual que El arte romántico (1868), obra que reunió todos sus trabajos de crítica literaria. Fue así mismo pionero en el campo de la crítica musical, donde destaca sobre todo la opinión favorable que le mereció la obra de Richard Wagner, que consideraba como la síntesis de un arte nuevo. En literatura, los autores Hoffmann y Edgar Allan Poe, del que realizó numerosas traducciones (todavía las únicas existentes en francés), alcanzaban, también según Baudelaire, esta síntesis vanguardista; la misma que persiguió él en La Fanfarlo (1847), su única novela, y en sus distintos esbozos de obras teatrales. Comprometido por su participación en la revolución de 1848, la publicación de Las flores del mal, en 1857, acabó de desatar la violenta polémica que se creó en torno a su persona. Los poemas (las flores) fueron considerados «ofensas a la moral pública y las buenas costumbres» y su autor fue procesado. Sin embargo, ni la orden de suprimir seis de los poemas del volumen ni la multa de trescientos francos que le fue impuesta impidieron la reedición de la obra en 1861. En esta nueva versión aparecieron, además, unos treinta y cinco textos inéditos. El mismo año de la publicación de Las flores del mal, e insistiendo en la misma materia, emprendió la creación de los Pequeños poemas en prosa, editados en versión íntegra en 1869 (en 1864, Le Figaro había publicado algunos textos bajo el título de El esplín de París). En esta época también vieron la luz los Paraísos artificiales (1858-1860) y El pintor de la vida moderna, un artículo sobre Constantin Guys publicado por Le Figaro en 1863. Pronunció una serie de conferencias en Bélgica (1864), adonde viajó con la intención de publicar sus obras completas, aunque el proyecto naufragó muy pronto por falta de editor, lo que lo desanimó sensiblemente en los meses siguientes. La sífilis que padecía le causó un primer conato de parálisis (1865), y los síntomas de afasia y hemiplejía, que arrastraría hasta su muerte, aparecieron con violencia en marzo de 1866, cuando sufrió un ataque en la iglesia de Saint Loup de Namur. Trasladado urgentemente por su madre a una clínica de París, permaneció sin habla pero lúcido hasta su fallecimiento, en agosto del año siguiente. Su epistolario se publicó en 1872, los Journaux intimes (que incluyen Cohetes y Mi corazón al desnudo), en 1909; y la primera edición de sus obras completas, en 1939. Charles Baudelaire es considerado el padre, o, mejor dicho, el gran profeta, de la poesía moderna.


Estructura de Las flores del mal
a) Dedicatoria a Teófilo Gautier, poeta representativo de “el arte por el arte”
b) Introducción: Primer poema: Al lector. El propósito es el tedio que invade al lector igual que al poeta y la complicidad entre ambos
c) Spleen e ideal: poemas 1 à 85. Describen la dualidad entre el deseo de recuperar la pureza perdida y la sensación de estar enfangado en la realidad.
d) Cuadros parisienses: poemas 86 à 103. La ciudad impone al poeta su fealdad y su maldad, pero también momentos y personajes mágicos
e) El vino: poemas 104 à 108. El vino permite soñar que se accede a la liberación, al paraíso perdido.
f) Flores del mal: poemas 109 à 117. Todos los vicios que expresan la desesperación del que se contempla a sí mismo en su cuerpo y en su interior.
g) Rebelión: poemas 118 à 120. El hombre, asqueado de sí mismo, se dirige a Satanás, que representa la depravación, entre injurias y blasfemias.
h) La muerte: poemas 121 à 126. La esperanza única de salvación y la última esperanza está en la muerte.

La edición de Cátedra Mil Letras se completa con:

Los desechos: seis poemas censurados en 1857.
Nuevas Flores del Mal: diez poemas.
Apéndice: diecisiete poemas diversos.

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