miércoles, 13 de febrero de 2013

Leyendo Hamlet



Echarle un vistazo a estos tres vídeos de Youtube . El primero, en inglés , nos da un resumen sencillo del argumento. En el segundo, un recitado del monólogo comentado en la entrada anterior. Con el último podéis intentar , aunque sea por fragmentos, seguir la obra en inglés  (los que habéis comprado la edición bilingüe lo tendréis más fácil)






Comentario del monólogo "Ser o no ser"



Para que tengáis en cuenta algunos otros aspectos que no nos dio tiempo a analizar en clase sobre el monólogo propuesto para comentario, os incluyo aquí un posible análisis del mismo  (también podéis consultar en entradas anteriores el realizado por otras alumnas de cursos anteriores)



El texto propuesto para comentario corresponde a uno de los fragmentos más famosos de la literatura: el monólogo de Hamlet “to be or not to be”
Mucho se ha escrito sobre su autor, ya que, junto a Cervantes,  es considerado como cumbre de la literatura universal. Sus obras y personajes han pasado a formar parte del acervo cultural de todos: Macbet, Romeo y Julieta, Otelo, Ricardo III o  la obra que nos ocupa, Hamlet, son títulos significativos al respecto.
El teatro shakesperiano supone la culminación del llamado teatro isabelino, es decir, el teatro inglés de  las dos últimas décadas del siglo XVI y hasta mediados del XVII (reinados de Isabel I, que muere en 1603 y Jacobo I, que es ajusticiado en 1625). Entre sus características cabe citar:
·       - La organización de la escena es sencilla, con escasos elementos de ambientación: lo importante son las palabras; la música separa los actos.
·        - Es muy frecuente el uso del pentámetro yámbico blanco o blank verse
·        - Frente al teatro clasicista francés, el teatro inglés no sigue la regla de las tres unidades, fusiona lo popular y lo culto e imprime a la acción mucha más rapidez.
·        - La profesión de actor se asienta y el teatro suele gozar de la protección de la Corte (aunque las disputas con las tendencias puritanas, representadas por el concejo londinense, obliga a sacar de la urbe los teatros y llevarlos a zonas de costumbres más licenciosas) Las mujeres no podían ser actrices por lo que los papeles masculinos los representaban jóvenes varones.
 Además de Skakespeare, destacan especialmente otros dos autores :
·         Christopher Marlow -sobre el que recaen variadas conjeturas: sobre si era espía, sobre su muerte temprana, etc  - escribió La trágica historia del doctor Fausto,  antecedente de la obra de Goethe (Skakespeare le debe partes de alguna de sus obras)
·         Ben Jhonson, considerado el más digno rival de Shakespeare, destaca por sus comedias, que siguen  la tradición clásica de Plauto. Sus obras más conocidas son El alquimista y La mujer silenciosa.

Pero, por encima de todos, un nombre está unido inextricablemente al teatro inglés: Shakespeare.
Aunque en su biografía existen varias lagunas, podemos apuntar –para completar este comentario- algunos datos: nació y murió (1564-1616)) en Stratford-on-Avon; fue hijo de un comerciante de lanas; se casó muy joven con una mujer mayor que él; además de afamado autor, fue también actor de teatro y llegó a tener su propia compañía en el teatro el Globe.
A pesar de que su fama se debe a su faceta de dramaturgo, destaca igualmente como poeta (con hermosos sonetos en la línea petrarquista). Su teatro pasa por diferentes fases: desde una etapa inicial, en que se interesa más por aspectos formales y asuntos patrióticos, pasa a una etapa de plenitud en la que alcanza mayor perfección técnica y hondura psicológica en sus protagonistas; a la par, va abandonando el verso a favor de la prosa. Figuran en esta etapa sus mejores tragedias (las citadas al principio pero también títulos como El rey Lear o Julio César) De entre sus comedias las más conocidas son El sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia, La fierecilla domada y La tempestad.

Centrándonos ya en la obra que nos ocupa, Hamlet fue escrita en 1601 y representada en 1062 por la compañía de Lord Chambelain; la historia se inspira en una antigua leyenda del siglo XII, transformada por el genio del autor en una obra de enorme profundidad y riqueza.
Su argumento – en el que no me extenderé por ser lo suficientemente conocido- gira en torno a tres acciones que se desarrollan de forma paralela: la del protagonista y su familia directa; la de Polonio, un cortesano con dos hijos: Ofelia y Laertes; y la de Fortimbrás, Príncipe de Noruega, que da el toque político a la obra.
La estructura de la obra se ajusta a la propia del teatro isabelino: cinco actos de distinta longitud. En ellos ocupan un lugar fundamental los monólogos- siete en total en toda la obra- de una belleza y profundidad que explican su fama dentro de la literatura y del pensamiento. Como hemos comentado, el que nos ocupa es el más famoso de todos ellos. Por cierto, la divulgación de algunas versiones ha contribuido a que popularmente se asocie este monólogo a la imagen de Hamlet con la calavera de Yorick en el cementerio, lo cual es erróneo ya que este monólogo se sitúa al inicio del acto III, en palacio, tras la resolución de los reyes y Polonio de averiguar si la locura del joven se debe a su amor por Ofelia.
El tema se centra en la duda de carácter existencial.
El personaje, Hamlet, se presenta como un intelectual quejoso de tener que llevar el peso de su vida y paralizado por el pensamiento. Esta actitud-  que ha sido definida como una enfermedad de la voluntad- contrasta con la de Fortinbrás y Laertes, hombres de acción. Por otra parte, frente a su locura fingida, es muy agudo en sus observaciones de todo tipo, tanto respecto al amor como al arte, a la muerte o al espíritu humano.
 Respecto a la estructura en concreto del monólogo, podemos diferenciar tres apartados:
  1. Los primeros versos (“ser o.. un mal desconocido), cuya temática se condensa ya en la interrogación primera, desarrollan el dilema que se le plantea al protagonista entre el ser y el no ser, concentrando en esta expresión otras dicotomías: vivir/morir, aceptación, resignación / rebeldía, reflexión / acción. Hamlet, angustiado por los acontecimientos y asqueado de la vida, reflexiona sobre lo fácil que es para el hombre poner fin a todos sus males (“cuando uno mismo tiene a su alcance el descanso en el filo desnudo del puñal”); sin embargo, el desconocimiento de lo que hay tras la muerte pone freno a esa idea y explica que el hombre sea capaz de aguantar los mayores infortunios (injusticia, humillación, amor no correspondido..)
  2. Los versos con que finaliza el monólogo (“La conciencia.. acción”)  formulan la consecuencia del análisis anterior: la reflexión, la toma de conciencia sobre el actuar humano, implica la paralización del individuo, la imposibilidad de la acción: “ La conciencia nos hace cobardes.. y así empresas de importancia.. llegan a torcer su rumbo al considerarse para nunca volver a merecer el nombre de la acción”. La conclusión se formula con validez no sólo para lo trascendental (opción sobre la vida o la muerte, impulso de venganza y sus implicaciones) sino que es aplicable a cualquier actuación del hombre.
  3. Los dos versos finales, que señalan la aparición en escena de Ofelia, preparan el diálogo siguiente entre los dos jóvenes (del que sólo tenemos en el texto las dos primeras réplicas en las que se intercambian saludos). 
Desde el punto de vista formal, es evidente el absoluto dominio del lenguaje, caracterizado por la precisión y elegancia en el decir. El texto puede presentar cierta dificultad comprensiva por su densidad conceptual, por sus implicaciones filosóficas: al tópico barroco de la vida como sueño, se añade aquí la equivalencia entre términos que se usan como sinónimos: morir, dormir, dormir..¡Soñar!   (reduplicación) No sólo la vida es sueño, la muerte también lo es: pues en el sueño de la muerte ¿qué sueños sobrevendrán? A esta metáfora le sigue otra sobre el mismo término la muerte –ese país por descubrir (también hay otras metáforas sobre otros conceptos: océano del mal, llagas del corazón..) Otra figuras destacadas en este texto son las de repetición: reduplicación, conversión (¿Quién puede soportar tanto? ¿Gemir tanto?) y anáforas. Estas contribuyen a cohesionar y guiar un periodo oracional extenso, al tiempo que intensifican ideas importantes : y decir así que con un sueño.. y decir: ven, consumación / La conciencia, así, hace a todos cobardes, y así.. y así empresas.. (polisíndeton)
Junto a los ya apuntados, otros recursos estilísticos significativos son: la antítesis que opone el natural color de la resolución a las tenues sombras del pensamiento;  varias enumeraciones, entre las que destaca la siguiente -por su extensión y por sintetizar lo que supone la vida para Hamlet: soportar los azotes, la injusticia, la afrenta, la angustia, la espera, la arrogancia, la humillación.. ; el apóstrofe con el que finaliza el monólogo: .. la hermosa Ofelia ¡Ninfa!, en tus plegarias, jamás olvides mis pecados 
Destacemos también que los apartados señalados en la estructura atendiendo a un criterio temático están también formalmente diferenciados mediante la modalidad oracional. Si en los dos últimos la modalidad dominante es la enunciativa, en el primer apartado predomina una modalidad marcada, fundamentalmente interrogativa retórica que van pautando el proceso analítico y reflexivo del personaje en un esquema pregunta-respuesta :¿Qué es mejor para el alma..?/¿qué sueños sobrevendrán?.. Igualmente, la presencia de alguna frase exclamativa, que pone de relieve lo arduo que es decidirse a actuar, potencia la expresividad del monólogo: ¿Qué difícil!”

Para concluir, apuntar que la significación de este autor en la escena literaria va más allá del influjo que pudo ejercer su teatro. Sus obras, fruto del profundo conocimiento del alma humana, revelan maravillosamente las cualidades y miserias de todos los hombres. Por eso muchos de sus personajes se convirtieron en símbolos: Otelo de los celos, Macbeth, de la ambición, Romeo, del amor, Hamlet, de la vacilación.

Leer Hamlet es encontrarse con las dualidades esenciales: justicia y venganza; razón y locura; destino y azar; realidad y ficción; honradez y maldad; responsabilidad y libertad. Temas que “no pasan de moda”. Muestra del interés que esta obra sigue suscitando, como indiscutible clásico, son las numerosas adaptaciones cinematográficas que se han hecho, entre las que destaca una de las últimas, la de Kenneth Branagh (1996)
Y es que, como dijo un coetáneo de Shakespeare, éste “vivirá mientras viva su libro y haya inteligencias para leerlo”.