Para que tengáis en cuenta algunos otros aspectos que no nos dio tiempo a analizar en clase sobre el monólogo propuesto para comentario, os incluyo aquí un posible análisis del mismo (también podéis consultar en entradas anteriores el realizado por otras alumnas de cursos anteriores)
El texto propuesto para comentario corresponde
a uno de los fragmentos más famosos de la literatura: el monólogo de Hamlet “to
be or not to be”
Mucho se ha escrito sobre su autor, ya que,
junto a Cervantes, es considerado como
cumbre de la literatura universal. Sus obras y personajes han pasado a formar
parte del acervo cultural de todos: Macbet, Romeo y Julieta, Otelo, Ricardo III
o la obra que nos ocupa, Hamlet, son
títulos significativos al respecto.
El teatro shakesperiano supone la culminación
del llamado teatro isabelino, es decir, el teatro inglés de las dos últimas décadas del siglo XVI y hasta
mediados del XVII (reinados de Isabel I, que muere en 1603 y Jacobo I, que es
ajusticiado en 1625). Entre sus características cabe citar:
· - La organización de la escena es sencilla, con
escasos elementos de ambientación: lo importante son las palabras; la música
separa los actos.
· - Es muy frecuente el uso del pentámetro yámbico
blanco o blank verse
· - Frente al teatro clasicista francés, el teatro
inglés no sigue la regla de las tres unidades, fusiona lo popular y lo culto e
imprime a la acción mucha más rapidez.
· - La profesión de actor se asienta y el teatro
suele gozar de la protección de la Corte (aunque las disputas con las
tendencias puritanas, representadas por el concejo londinense, obliga a sacar
de la urbe los teatros y llevarlos a zonas de costumbres más licenciosas) Las
mujeres no podían ser actrices por lo que los papeles masculinos los
representaban jóvenes varones.
Además
de Skakespeare, destacan especialmente otros dos autores :
·
Christopher Marlow
-sobre el que recaen variadas conjeturas: sobre si era espía, sobre su muerte
temprana, etc - escribió La trágica
historia del doctor Fausto,
antecedente de la obra de Goethe (Skakespeare le debe partes de alguna
de sus obras)
·
Ben Jhonson,
considerado el más digno rival de Shakespeare, destaca por sus comedias, que
siguen la tradición clásica de Plauto.
Sus obras más conocidas son El alquimista y La mujer silenciosa.
Pero, por encima de todos, un nombre está unido inextricablemente al
teatro inglés: Shakespeare.
Aunque en su biografía existen varias lagunas, podemos apuntar –para
completar este comentario- algunos datos: nació y murió (1564-1616)) en
Stratford-on-Avon; fue hijo de un comerciante de lanas; se casó muy joven con
una mujer mayor que él; además de afamado autor, fue también actor de teatro y
llegó a tener su propia compañía en el teatro el Globe.
A pesar de que su fama se debe a su faceta de dramaturgo, destaca
igualmente como poeta (con hermosos sonetos en la línea petrarquista). Su
teatro pasa por diferentes fases: desde una etapa inicial, en que se
interesa más por aspectos formales y asuntos patrióticos, pasa a una etapa de
plenitud en la que alcanza mayor perfección técnica y hondura psicológica en
sus protagonistas; a la par, va abandonando el verso a favor de la prosa.
Figuran en esta etapa sus mejores tragedias (las citadas al principio pero
también títulos como El rey Lear o Julio César) De entre sus comedias las más
conocidas son El sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia, La
fierecilla domada y La tempestad.
Centrándonos ya en la obra que nos ocupa, Hamlet fue escrita en 1601 y representada en 1062 por la compañía de
Lord Chambelain; la historia se inspira en una antigua leyenda del siglo XII,
transformada por el genio del autor en una obra de enorme profundidad y
riqueza.
Su argumento – en el que no me extenderé por ser lo suficientemente
conocido- gira en torno a tres acciones que se desarrollan de forma paralela: la del protagonista y su familia directa; la de Polonio,
un cortesano con dos hijos: Ofelia y Laertes; y la de Fortimbrás, Príncipe de
Noruega, que da el toque político a la obra.
La estructura de la obra se ajusta a la propia
del teatro isabelino: cinco actos de distinta longitud. En ellos ocupan un
lugar fundamental los monólogos- siete en total en toda la obra- de una belleza
y profundidad que explican su fama dentro de la literatura y del pensamiento.
Como hemos comentado, el que nos ocupa es el más famoso de todos ellos. Por
cierto, la divulgación de algunas versiones ha contribuido a que popularmente
se asocie este monólogo a la imagen de Hamlet con la calavera de Yorick en el
cementerio, lo cual es erróneo ya que este monólogo se sitúa al inicio
del acto III, en palacio, tras la resolución de los reyes y Polonio de
averiguar si la locura del joven se debe a su amor por Ofelia.
El tema se centra en la duda de carácter
existencial.
El personaje,
Hamlet, se presenta como un intelectual quejoso de tener que llevar el peso de
su vida y paralizado por el pensamiento. Esta actitud- que ha sido definida como una enfermedad de
la voluntad- contrasta con la de Fortinbrás y Laertes, hombres de acción. Por
otra parte, frente a su locura fingida, es muy agudo en sus observaciones de
todo tipo, tanto respecto al amor como al arte, a la muerte o al espíritu
humano.
Respecto
a la estructura en concreto del monólogo, podemos diferenciar tres apartados:
- Los primeros versos (“ser o.. un mal desconocido), cuya temática se condensa ya en la interrogación primera, desarrollan el dilema que se le plantea al protagonista entre el ser y el no ser, concentrando en esta expresión otras dicotomías: vivir/morir, aceptación, resignación / rebeldía, reflexión / acción. Hamlet, angustiado por los acontecimientos y asqueado de la vida, reflexiona sobre lo fácil que es para el hombre poner fin a todos sus males (“cuando uno mismo tiene a su alcance el descanso en el filo desnudo del puñal”); sin embargo, el desconocimiento de lo que hay tras la muerte pone freno a esa idea y explica que el hombre sea capaz de aguantar los mayores infortunios (injusticia, humillación, amor no correspondido..)
- Los versos con que finaliza el monólogo (“La conciencia.. acción”) formulan la consecuencia del análisis anterior: la reflexión, la toma de conciencia sobre el actuar humano, implica la paralización del individuo, la imposibilidad de la acción: “ La conciencia nos hace cobardes.. y así empresas de importancia.. llegan a torcer su rumbo al considerarse para nunca volver a merecer el nombre de la acción”. La conclusión se formula con validez no sólo para lo trascendental (opción sobre la vida o la muerte, impulso de venganza y sus implicaciones) sino que es aplicable a cualquier actuación del hombre.
- Los dos versos finales, que señalan la aparición en escena de Ofelia, preparan el diálogo siguiente entre los dos jóvenes (del que sólo tenemos en el texto las dos primeras réplicas en las que se intercambian saludos).
Desde el
punto de vista formal, es evidente el absoluto dominio del lenguaje,
caracterizado por la precisión y elegancia en el decir. El texto puede
presentar cierta dificultad comprensiva por su densidad conceptual, por sus
implicaciones filosóficas: al tópico barroco de la vida como sueño, se añade
aquí la equivalencia entre términos que se usan como sinónimos: morir, dormir, dormir..¡Soñar! (reduplicación)
No sólo la vida es sueño, la muerte también lo es: pues en el sueño de la muerte ¿qué sueños sobrevendrán? A esta
metáfora le sigue otra sobre el mismo término la muerte –ese país por descubrir (también hay otras metáforas
sobre otros conceptos: océano del mal, llagas del corazón..) Otra figuras
destacadas en este texto son las de repetición: reduplicación, conversión (¿Quién puede soportar tanto? ¿Gemir tanto?)
y anáforas. Estas contribuyen a cohesionar y guiar un periodo oracional extenso,
al tiempo que intensifican ideas importantes : y decir así que con un sueño.. y decir: ven, consumación / La
conciencia, así, hace a todos cobardes, y así.. y así empresas.. (polisíndeton)
Junto a los
ya apuntados, otros recursos estilísticos significativos son: la antítesis que
opone el natural color de la resolución
a las tenues sombras del pensamiento; varias enumeraciones, entre las que destaca la
siguiente -por su extensión y por sintetizar lo que supone la vida para Hamlet:
soportar los azotes, la injusticia, la
afrenta, la angustia, la espera, la arrogancia, la humillación.. ; el
apóstrofe con el que finaliza el monólogo: .. la hermosa Ofelia ¡Ninfa!, en tus plegarias, jamás olvides mis pecados
Destacemos
también que los apartados señalados en la estructura atendiendo a un criterio
temático están también formalmente diferenciados mediante la modalidad
oracional. Si en los dos últimos la modalidad dominante es la enunciativa, en
el primer apartado predomina una modalidad marcada, fundamentalmente
interrogativa retórica que van pautando el proceso analítico y reflexivo del
personaje en un esquema pregunta-respuesta :¿Qué
es mejor para el alma..?/¿qué sueños sobrevendrán?.. Igualmente, la
presencia de alguna frase exclamativa, que pone de relieve lo arduo que es
decidirse a actuar, potencia la expresividad del monólogo: ¿Qué difícil!”
Para concluir, apuntar que la significación de este autor
en la escena literaria va más allá del influjo que pudo ejercer su teatro. Sus
obras, fruto del profundo conocimiento del alma humana, revelan
maravillosamente las cualidades y miserias de todos los hombres. Por eso muchos
de sus personajes se convirtieron en símbolos: Otelo de los celos, Macbeth, de
la ambición, Romeo, del amor, Hamlet, de la vacilación.
Leer Hamlet es encontrarse con las dualidades
esenciales: justicia y venganza; razón y locura; destino y azar; realidad y
ficción; honradez y maldad; responsabilidad y libertad. Temas que “no pasan de
moda”. Muestra del interés que esta obra sigue suscitando, como indiscutible
clásico, son las numerosas adaptaciones cinematográficas que se han hecho,
entre las que destaca una de las últimas, la de Kenneth Branagh (1996)
Y es que, como dijo un coetáneo de Shakespeare, éste “vivirá mientras viva su libro y haya inteligencias para leerlo”.
Hermoso.
ResponderEliminarUn trabajo impecable.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHamlet: Ética y estética del drama
ResponderEliminarmuy útil el comentario :)
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