Edipo Rey es una de las siete tragedias que se conservan del gran autor heleno Sófocles, (pocas si tenemos en cuenta que escribió unas ciento veinticuatro). En esta obra se abordan diversos enigmas para el ser humano que aún perduran hoy en día de una forma más o menos clara. Por ejemplo, se plantea un interrogante sobre la auténtica libertad del hombre y sobre en qué medida puede el individuo rebelarse o no contra su destino que, por descontado, al tratarse de un griego antiguo estará escrito de antemano
Según las voces que llegan del pasado, Edipo Rey causó una gran impresión en el público del momento; sin embargo, la obra cobra hoy mucho más significado porque es un retrato de la sociedad antigua y a través de ella podemos asomarnos un poco más a un mundo que, al menos en lo superficial, no se parece mucho al actual.
Edipo Rey nos hace acercarnos a una serie de costumbres que, a la luz de la sociedad occidental, o bien parecen ridículas, o inútiles o simplemente monstruosas. Como se puede ver cuando Layo y Yocasta abandonan a Edipo a su suerte atravesándole incluso los pies para que nadie lo adoptara, el infanticidio era una práctica habitual y consentida siglos atrás. Las razones eran obvias: la escasez de alimentos podía llevar a una familia al abandono del nuevo miembro por no alargar un sufrimiento que seguramente sería estéril o , como era tan habitual en Esparta, los neonatos eran abandonados por tener alguna discapacidad física o simplemente por parecer demasiado débiles para convertirse en grandes soldados para la polis. Pero sin duda alguna, las niñas eran las candidatas más habituales a la hora de sufrir un abandono. En la antigua sociedad donde un hombre significaba mano de obra para la familia y también la posibilidad de obtener honor y tal vez riqueza, una mujer era una carga económica que había que intentar casar cuanto antes sin que la dote dada al esposo fuera demasiado alta para la familia. Actualmente, el infanticidio está prácticamente erradicado , pero aún continua en muchas zonas rurales del mundo e incluso en la poderosa China, donde debido a política de un solo hijo por pareja se abandonan muchos niños a su suerte y de nuevo son las mujeres las más susceptibles de ser abandonadas.
Otro de los aspectos que se pueden ver en Edipo Rey, y que quizá haya sobrevivido mejor, es la fe que todo el mundo parecía tener en sus divinidades y en sus mitos, como muestra esta tragedia de una forma muy remarcada en el Oráculo de Delfos. Este santuario consagrado al dios Apolo tenía la función de adivinar el futuro, y como muestra no solo la obra sino también la historia, la gente le otorgaba tanta credibilidad que sus predicciones no eran solo capaces de trastocar la vida de un hombre como Edipo o la de sus padres, sino también de cambiar el curso de una guerra o estigmatizar a una ciudad entera (como, por ejemplo, Tebas)
Hoy en día quedan innumerables vestigios de esta completa entrega al misticismo; muchas de nuestras festividades se remontan a un origen mitológico, si no griego al menos romano o anterior. También podrían ser consideradas como tal todas las religiones del mundo, las cuales están plagadas de mitos y ritos ancestrales que absorbieron cuando destronaron a sus predecesoras, y sin ir más lejos, basta con coger cualquier revista juvenil o algún que otro periódico para leer el horóscopo. Claro que cabría preguntarse si la gente los toma la mitad de en serio de lo que lo hacían los antiguos; aunque si todavía hay gente que paga a adivinas por una sesión de quiromancia o cartomancia, es evidente que todas estas creencias no están tan desarraigadas como muchos podrían pensar.
Pero sin duda alguna, el cambio más destacable con respecto a la sociedad antigua esta en la concepción que el género masculino tiene del femenino y también en la valoración que las mujeres tienen de ellas mismas. En Edipo rey, cuando Edipo vence a la Esfinge y se convierte en el nuevo rey de Tebas, Yocasta (que es la viuda del antiguo soberano), debe casarse con Edipo. Sin oponer ningún tipo de resistencia, asume su papel y se rebaja a simple objeto, convirtiéndose en poco más que cualquier joya de la corona. Algo parecido ocurre entre los leones cuando el león joven destrona al viejo, las leonas ni tan siquiera se plantean ocupar el poder y se limitan a esconder a sus cachorros para que el nuevo rey de la sabana no los mate.
Sin embargo, hoy en día ya no sirven las analogías entre nuestra sociedad y la de los leones pues las mujeres, que han sido sistemáticamente apartadas del poder durante milenios, están ocupando el poder que se les negaba. Bajo la perspectiva de la razón, (que es la única que puede ser aceptada), la humanidad se ha dado cuenta de que no hay ningún tipo de diferencia sustancial entre géneros, esto ha causado un repentino auge del mundo femenino, y si bien es cierto que aún quedan muchas diferencias sobre la práctica, estas diferencias están siendo reducidas rápidamente y es casi seguro que en el transcurso de unas pocas décadas sean también un recuerdo del pasado.
Según las voces que llegan del pasado, Edipo Rey causó una gran impresión en el público del momento; sin embargo, la obra cobra hoy mucho más significado porque es un retrato de la sociedad antigua y a través de ella podemos asomarnos un poco más a un mundo que, al menos en lo superficial, no se parece mucho al actual.
Edipo Rey nos hace acercarnos a una serie de costumbres que, a la luz de la sociedad occidental, o bien parecen ridículas, o inútiles o simplemente monstruosas. Como se puede ver cuando Layo y Yocasta abandonan a Edipo a su suerte atravesándole incluso los pies para que nadie lo adoptara, el infanticidio era una práctica habitual y consentida siglos atrás. Las razones eran obvias: la escasez de alimentos podía llevar a una familia al abandono del nuevo miembro por no alargar un sufrimiento que seguramente sería estéril o , como era tan habitual en Esparta, los neonatos eran abandonados por tener alguna discapacidad física o simplemente por parecer demasiado débiles para convertirse en grandes soldados para la polis. Pero sin duda alguna, las niñas eran las candidatas más habituales a la hora de sufrir un abandono. En la antigua sociedad donde un hombre significaba mano de obra para la familia y también la posibilidad de obtener honor y tal vez riqueza, una mujer era una carga económica que había que intentar casar cuanto antes sin que la dote dada al esposo fuera demasiado alta para la familia. Actualmente, el infanticidio está prácticamente erradicado , pero aún continua en muchas zonas rurales del mundo e incluso en la poderosa China, donde debido a política de un solo hijo por pareja se abandonan muchos niños a su suerte y de nuevo son las mujeres las más susceptibles de ser abandonadas.
Otro de los aspectos que se pueden ver en Edipo Rey, y que quizá haya sobrevivido mejor, es la fe que todo el mundo parecía tener en sus divinidades y en sus mitos, como muestra esta tragedia de una forma muy remarcada en el Oráculo de Delfos. Este santuario consagrado al dios Apolo tenía la función de adivinar el futuro, y como muestra no solo la obra sino también la historia, la gente le otorgaba tanta credibilidad que sus predicciones no eran solo capaces de trastocar la vida de un hombre como Edipo o la de sus padres, sino también de cambiar el curso de una guerra o estigmatizar a una ciudad entera (como, por ejemplo, Tebas)
Hoy en día quedan innumerables vestigios de esta completa entrega al misticismo; muchas de nuestras festividades se remontan a un origen mitológico, si no griego al menos romano o anterior. También podrían ser consideradas como tal todas las religiones del mundo, las cuales están plagadas de mitos y ritos ancestrales que absorbieron cuando destronaron a sus predecesoras, y sin ir más lejos, basta con coger cualquier revista juvenil o algún que otro periódico para leer el horóscopo. Claro que cabría preguntarse si la gente los toma la mitad de en serio de lo que lo hacían los antiguos; aunque si todavía hay gente que paga a adivinas por una sesión de quiromancia o cartomancia, es evidente que todas estas creencias no están tan desarraigadas como muchos podrían pensar.
Pero sin duda alguna, el cambio más destacable con respecto a la sociedad antigua esta en la concepción que el género masculino tiene del femenino y también en la valoración que las mujeres tienen de ellas mismas. En Edipo rey, cuando Edipo vence a la Esfinge y se convierte en el nuevo rey de Tebas, Yocasta (que es la viuda del antiguo soberano), debe casarse con Edipo. Sin oponer ningún tipo de resistencia, asume su papel y se rebaja a simple objeto, convirtiéndose en poco más que cualquier joya de la corona. Algo parecido ocurre entre los leones cuando el león joven destrona al viejo, las leonas ni tan siquiera se plantean ocupar el poder y se limitan a esconder a sus cachorros para que el nuevo rey de la sabana no los mate.
Sin embargo, hoy en día ya no sirven las analogías entre nuestra sociedad y la de los leones pues las mujeres, que han sido sistemáticamente apartadas del poder durante milenios, están ocupando el poder que se les negaba. Bajo la perspectiva de la razón, (que es la única que puede ser aceptada), la humanidad se ha dado cuenta de que no hay ningún tipo de diferencia sustancial entre géneros, esto ha causado un repentino auge del mundo femenino, y si bien es cierto que aún quedan muchas diferencias sobre la práctica, estas diferencias están siendo reducidas rápidamente y es casi seguro que en el transcurso de unas pocas décadas sean también un recuerdo del pasado.
Sergio Calpe Granero
Javier Clemente Lorente
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