Creonte interviene, principalmente, tres veces durante la obra. A lo largo de sus intervenciones muestra ser prudente y racional, intenta que sus decisiones sean siempre lo más justas y sensatas posible, y demuestra fidelidad a Tebas, pues siempre actúa en beneficio de ésta. En la primera intervención, la función de este personaje es la de informar qué era lo que, según los dioses, debía de hacer la ciudad de Tebas para sanar sus males. Así, en este primer momento, el papel su papel ante Edipo y ante la ciudad es meramente el de mensajero que, tras haber sido enviado al oráculo por Edipo, vuelve con el remedio de los dioses para acabar con la desdicha de la ciudad. Por esta razón, cabe decir que, desde esta primera intervención, se está posicionando en la obra a Creonte como un personaje que, de alguna manera, beneficia a la ciudad, razón por la cual podemos afirmar que este personaje se antepone a Edipo, quien, al contrario, con la sucesión de acontecimientos que llevan al cumplimiento de su maldición, no hace más que traer calamidades a la ciudad.
La segunda intervención de Creonte es una muestra clara de que se trata de un personaje responsable, justo y sensato, que no está por la labor de opinar o hablar sobre lo que desconoce y que considera que, antes de hablar, hay que pensar lo que se va a decir. Por esta razón, se puede continuar afirmando que se trata de un personaje que se antepone a la figura de Edipo, ya que éste último lo juzga, lo proclama traidor y lo acusa de querer conspirar contra él para acceder a la soberanía, sin tener apenas pruebas. Con todo, podemos considerar que, quizá, uno de los objetivos de esta intervención sea mostrar al lector que este personaje posee cualidades importantes para gobernar o actuar de manera que la ciudad obtenga beneficios y no fatalidades, tales como la justicia, la prudencia o la sensatez. Una prueba clara de esto se encuentra en la página 45 (hacia el final), donde Creonte se defiende de las acusaciones de Edipo manifestando su deseo de actuar por el bien de la ciudad y no para obtener el poder de ésta. Además, a lo largo de esta segunda intervención, en su dialogo, Creonte muestra la gran importancia que tiene para él el reconocimiento de los ciudadanos.
En su tercera intervención, Creonte, a causa de la imposibilidad de Edipo de gobernar por culpa de sus desdichas, ya tiene el mando de la ciudad y se presenta, pues, como soberano de la misma. En esta última parte/intervención, también manifiesta de nuevo esas virtudes propicias para la buena gobernación, apiadándose del desgraciado Edipo, a pesar del enfrentamiento que tuvieron. Además, se muestra deseoso de acabar con los males de la ciudad. No obstante, vuelve a presentarse con esa prudencia que le caracteriza, evidenciándose contrario a decidir sin consultar primero a los dioses.
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