Algunos apuntes sobre el teatro griego
A pesar de que no es verdad que el teatro naciera en la Antigua Grecia puesto que antes se habían dado experiencias de representación simbólica e interpretativa en lugares como Japón, la India e, incluso, Egipto se suele hacer esta afirmación porque sí que es cierto que la helénica fue la primera cultura que separó aquello representado de los dioses y que situó al héroe – al Hombre, por lo tanto – como el verdadero protagonista de la escena. Se pasa del ritual religioso, o mitológico, a la contemplación. Y es que el theatron (que significa “lugar donde se ve”) tal y como lo conocemos hoy nace cuando hay una separación clara entre quien actúa y quien hace de espectador.
Los orígenes
Según Aristóteles, el origen de la tragedia está en el ditirambo, es decir, en los himnos corales en honor de Dionisos, dios en que personificaban las fuerzas misteriosas, el vino y la fecundidad agraria.
Estos himnos se hacían con un coro cantado por cincuenta hombres (o niños) y tenían un contenido más lírico que dramático; eran interpretados por un coro de cantantes y danzarines, que tenían un guía, el corifeo. En el siglo VI a.C., el mítico autor e intérprete Thespis “creó” la figura del actor, que hablaba con el corifeo y con el resto del coro. Ese fue el primer paso hacia la evolución del drama como forma independiente: poco a poco se deja de cantar y recitar para “actuar”, se incorporan otros personajes y la figura del héroe gana terreno al culto divino. Nace el teatro moderno.
Las partes del teatro; actores
El theatron , de forma semicircular, estaba dividido en tres partes fundamentales: la que ocupaban los espectadores (Koilon), la dedicada al coro (Orquesta) y la parte por dónde aparecían los actores (Skene). El espectáculo se representaba frente al templo de Dionisos. En la actualidad, los dos teatros griegos mejor conservados son el de Epidauro, en Grecia, y el de Siracusa, en Italia.
Los actores vestían de forma solemne y llevaban coturnos (calzado elevado); cubrían sus rostros con máscaras, lo que les permitía interpretar distintos personajes, entre ellos los femeninos ya que no había actrices.
Los géneros
Básicamente, se puede decir que en la Antigua Grecia existieron tres géneros dramáticos: el drama satírico, la tragedia y la comedia.
El drama satírico es muy parecido a la tragedia, sobre todo en la estructura. Aún así, se diferencia en el tono y la representación, ya que la gestualidad y la danza todavía tienen mucha importancia. Además, los coros tenían que estar compuestos obligatoriamente por sátiros, representantes de las fuerzas de la naturaleza (que han llegado a nuestros días como símbolo de las pulsiones eróticas)
La tragedia: la mecánica escénica de una tragedia clásica es algo compleja; por ejemplo, la línea argumental no es expuesta de forma continua, sino que se ve interrumpida por las actuaciones corales. A modo de nuestras óperas, una representación trágica en la Atenas del siglo V debía alternar cantos, música, escenografía con los recitados de actores, que también cantaban o semientonaban determinadas partes (que luego detallaré)
Hay muchas interpretaciones que quieren explicar por qué el término tragedia proviene de “tragos” (macho de cabra). Seguramente, aunque no se ha podido documentar suficientemente, tiene que ver con la recompensa de una cabra que obtenían los ganadores de los concursos de este género.
La comedia tiene diferencias significativas con la tragedia: las obras empiezan con el “agón”, un primer episodio de disputa dónde sale ganador quien representa al poeta y, además, en la comedia podemos encontrar la “parábasis”, cuando los componentes del coro se sacan las máscaras y se dirigen al público.
Los autores
Tres son los autores más representativos:
Esquilo es el autor trágico más antiguo (525-456 a.C.) de quien conservamos parte de su obra. Es un dramaturgo preocupado principalmente por la función del destino como guía de la vida, no sólo del hombre sino de todo su linaje. De las siete tragedias que tenemos constancia, tres de ellas (Agamenón, Las coéforas y Las euménides) forman una trilogía denominada La Orestía, sobre los crímenes familiares desencadenados a partir del sacrificio de Ifigenia. En otra de sus obras, Los siete contra Tebas, se centra en cómo los hijos de Edipo pagan las culpas de la maldición que arrastra el linaje de Layo.
Tras Esquilo, Sófocles ocupó el primer lugar en la escena griega clásica. De él conservamos también siete obras de las cuales destacan, sin duda, Edipo Rey y Antígona. En sus tragedias se advierte como preocupación esencial el análisis del dolor humano, así como la dignidad de comportamiento ante situaciones extremas. Es un teatro pesimista, muy crítico con el poder y con la obsesión de los dirigentes por la guerra. Desde el punto de vista de la evolución de la tragedia, el introducir en escena el tercer actor propició un dinamismo mayor en la acción.
Por último, de Eurípides, conservamos diecisiete obras, entre las cuales destacan Electra y Las Troyanas. Introduce la figura del cuarto actor (y, por lo tanto, la importancia del coro es ya mínima) y en sus textos vemos como la fe religiosa ha desaparecido y el Hombre, más que nunca, es el centro del mundo.
Los autores de comedia que hemos podido conocer mejor son Aristófanes y Menandro. El primero se burla de los dioses en Las nubes y de la justicia en Las avispas. Otra de sus obras más conocida es Lisístrata.
Con Menandro, de quien sólo se conocen algunos fragmentos aunque escribió un centenar de obras, el espíritu crítico se apodera del teatro y el coro, prácticamente, desaparece. Su teatro, más racional, calculado y verosímil, influyó poderosamente en la posterior dramaturgia romana, y a través de ella, en la Edad media y el Renacimiento europeos.
Bibliografía:
Luis Miguel Orbaneja García (en www.Ciudadseva)
Albert Lladó ( en www.Revista de Letras)
Literatura Universal 2ºBAC Ed. Edelvives
Historia Literatura universal, vol 1, Martín de Riquer. Ed. Planeta
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