domingo, 8 de enero de 2012

El Decamerón


INTRODUCCIÓN: LA NARRACIÓN DE CUENTOS EN LA EDAD MEDIA



En la Edad Media encontramos una buena cantidad de obras dedicadas a la narración de cuentos: son obras que casi siempre tienen intención didáctica y están escritas algunas en verso y otras en prosa.
En la literatura francesa destacan los “fabliaux”: breves cuentos en verso de carácter cómico, que a finales del siglo XII formaban parte del repertorio de los juglares. En la literatura inglesa Geoffrey Chaucer (1340-1400) escribió los Cuentos de Canterbury, obra compuesta por una serie de cuentos relatados por treinta peregrinos de diferente condición social que se dirigen a la abadía de Canterbury, y en la literatura castellana, Don Juan Manuel, escribió El conde Lucanor. Pero, entre todas estas obras descata el Decamerón del italiano Giovanni Boccaccio.
 EL DECAMERÓN 
El escritor y humanista Giovanni Boccaccio (1313 – 1375),  uno de los padres - junto con Dante y Petrarca- de la literatura en italiano, compuso diversas obras pero es recordado sobre todo como autor del Decamerón.

Es éste un libro constituido por cien cuentos engarzados por un marco narrativo: los cuentos son relatados por diez jóvenes durante los diez días que pasan refugiados en una casa de campo próxima a Florencia, huyendo de la peste que asolaba esa ciudad en 1348. 


MARCO NARRATIVO. En 1348 una peste asoló Florencia y causó estragos en la sociedad. Boccaccio centra su Decamerón en las afueras de Florencia durante esta peste. Para huir de los estragos de la epidemia y liberarse de la melancolía y la aflicción, siete jovencitas y tres jóvenes, pertenecientes a la burguesía rica y cultivada, se encierran en una casa de campo y se imponen el juego de relatar cada uno de ellos un cuento a lo largo de cada día. Así, en diez días (deca, «diez», hemera, «día») se narran cien cuentos, y cada jornada va presidida por aquel o aquella que es elegido rey o reina del día, razón por la cual las «jornadas» del Decamerón son designadas a veces con el nombre propio de quien las preside.
De este modo el conjunto de cuentos va enmarcado en una leve trama, que describe las distracciones a que se entregan los diez jóvenes durante su retiro, incluso los bailes y las canciones. Esta técnica narrativa, que une elementos dispares, procede sin duda de las grandes narraciones orientales, como Las Mil y una noches, y también fue empleada en otras obras narrativas medievales, como los Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer. 
TEMAS PRINCIPALES
El joven que tiene la función de rey o reina en cada jornada es el encargado de fijar el tema sobre el que deben girar los cuentos de cada día. Por lo tanto, los temas de los diferentes cuentos son muy variados; pero, sin embargo, se puede decir que todos los cuentos giran alrededor de dos temas fundamentales: el culto a la inteligencia y el culto al amor. 
Los jóvenes que cuentan las historias son nobles, elegantes, cultos e inteligentes; y con sus amenas narraciones pretenden olvidarse del sufrimiento y la muerte que los rodea. De ahí el tono vitalista, atrevido y despreocupado que respira todo el libro, que anticipa la nueva mentalidad renacentista. Con sus cuentos se ríen de los vicios y defectos de la humanidad: el engaño, la malicia, la hipocresía y la estupidez,… Critican así los vicios de las clases vulgares, vicios de los que ellos, refinados y cultos, se hallan totalmente alejados. Otra nota común en casi todos los relatos del Decamerón es que están ambientados en lugares cercanos o conocidos por los narradores y en su tiempo. Boccaccio se aleja, por lo tanto, de las narraciones fantásticas y retrata la sociedad de su época; observa de forma aguda y crítica el mundo que le rodea y lo convierte objeto de arte. 
 PERSONAJES 
Debemos distinguir entre los jóvenes que narran las historias y los protagonistas de los cuentos. Los primeros son, como hemos dicho nobles y cultos; los segundos, por lo contrario, representan a los personajes más vulgares y de más baja catadura moral de la sociedad. 
 Los jóvenes narradores: se cree extensamente que las siete jóvenes mujeres representan las cuatro Virtudes cardinales y las tres Virtudes teológicas (Prudencia, Justicia, Templanza, y Fortaleza; Fé, Esperanza, y Caridad). Y se supone que los tres hombres representan la división tripartita griega tradicional del alma (Razón, Apetito Irascible, y Apetito Concupiscible). El mismo Boccaccio indica que los nombres que él dio para estos diez personajes son de hecho seudónimos «elegidos apropiadamente de acuerdo a las cualidades de cada uno». Los nombres italianos de las siete mujeres, en el mismo orden significativo según el texto original son: Pampinea, Fiammetta, Filomena, Emilia, Laureta, Neifile, y Elissa. Los nombres de los varones son: Panfilo, Filostrato, y Dioneo. 
Los personajes de los relatos son seres comunes, defectuosos y desprovistos de cualquier valor noble, caballeresco o cortés; por el contrario se destacarán los ladrones, embusteros y adúlteros, y la astucia de los mismos para triunfar en las situaciones descritas. Por los cuentos vemos desfilar personajes de lo más variado; aunque todos ellos tienen la nota común de representar vicios propios de las clases más vulgares. 
Así encontramos, por ejemplo, a un marido algo enclenque que, con dificultades puede pasar la noche de bodas; su mujer se ha de considerar agraciada cuando un pirata de marcada virilidad, la rapta. Massetto es un hombre joven y robusto que cuida el jardín de un convento; allí con gran alegría de las monjas y de las abadesas, no insemina solamente la tierra. Un mozalbete de un castillo se disfraza de rey y logra meterse en el lecho de la reina y cuando es descubierto puede escapar con ardides astutos que lo salvan del castigo. Un joven monje impone a su anfitrión una penitencia, en tanto él aprovecha para hacer disfrutar a la esposa. Una campesina se acerca a un prelado, un abad, que la convence de que la diversión erótica ha de contribuir a la salvación de su alma. Un marido se niega a cumplimentar sus deberes maritales y la esposa se las ingenia para engañarlo, metiéndose en la cama, haciéndose pasar por una tentadora e irrecusable muchacha. Todas las historias eróticas de Bocaccio se corresponden con la imagen medieval de la mujer, más proclive a caer en las tentaciones de la carne. Se la considera como a una hija de la seductora Eva, como muy difícil de saciar. La imagen circulante entonces era la de que la mujer se procuraba el placer que su compañero no atendía suficientemente. 
FINALIDAD DE LA OBRA 
El Decamerón es fundamentalmente una obra alegre y se ha escrito para provocar la risa en las personas inteligentes, como lo son los diez narradores. El mundo de bellacos, pícaros, ladrones, necios y sensuales que constituyen el vulgo sirve así para divertir a las clases elevadas y hacerles olvidar la miseria que hay a su alrededor. 
Pero Boccaccio no pretende enseñar, cambiar a los personajes que aparecen retratados en sus cuentos; le divierten precisamente por ser tal y como son y por nada del mundo quisiera que se enmendaran, sólo pretende suscitar la risa, y para ello busca lo cómico y lo ridículo en la ignorancia y en la maldad de los personajes más vulgares. Mientras otras obras literarias de la Edad Media se esfuerzan en llevar por el buen camino a los personajes más pícaros y sinvergüenzas; Boccaccio se limita a reírse de ellos. 
FUENTES 
El realismo y su carácter cómico-satírico también lo encontramos con antelación en los “fabliaux” franceses, esta es, por tanto, una fuente importante de inspiración. Por otro lado, la estructura de narraciones enmarcadas está presente en Las Mil y una noches, como dijimos más arriba. En cuanto a las fuentes en que se basan las historias narradas son italianas, o en algunas ocasiones francesas y latinas, pero no son invenciones de Boccaccio. Cabe mencionar que un número de las historias contenidas dentro del Decamerón aparecen más adelante en los Cuentos de Canterbury de Chaucer. Sin embargo, Chaucer probablemente no estaba familiarizado directamente con el Decamerón. Casi con seguridad él utilizó otras fuentes españolas y latinas comunes, como material que también fue una fuente de inspiración para los trabajos de Boccaccio.
Los asuntos de los cuentos de Boccaccio pueden derivar de muy distintas fuentes, pero lo original es que aquí están situados en una sociedad contemporánea e inmediata a la de los narradores, por lo que la obra se convierte en un retrato de los vicios de la sociedad de la época. 
ESTILO 
La importancia del Decamerón estriba en gran parte en su muy cuidada y elegante prosa, que estableció un modelo a imitar para los futuros escritores del Renacimiento. En el Decamerón hallamos la primera obra maestra de la prosa europea moderna y el más refinado estilo de Boccaccio. La característica principal de esta prosa es la frase de Boccaccio (que se ha llamado «período boccaccesco»). Es una sintaxis latinizante, esto quiere decir que predominan los períodos oracionales largos, con numerosos hipérbatos y con los verbos colocados al final. Las palabras están dispuestas de acuerdo con una calculada armonía de acentos. Lo curioso es que Boccaccio utiliza la más noble y culta retórica para describir los vicios de los personajes más vulgares. En el Decamerón, libro de alegría y destinado a provocar la risa, lo único serio es precisamente el estilo, trabajado con un cuidado sumo. El “período boccaccesco” será durante cerca de dos siglos un ejemplo de prosa imitado por muchos autores. El Decamerón se convertirá en la prosa ejemplar con la que la lengua vulgar alcanza el primor de la latina.
 IMPORTANCIA DEL DECAMERÓN 
Tres rasgos hacen del Decamerón una obra esencial en la historia de la literatura:
- El realismo en el que transcurren la acción principal y la mayoría de los cuentos: ya hemos dicho que los personajes se refugian huyendo de las miserias de la peste, y se distraen relatando historias que suponen un reflejo de los vicios de la sociedad de la época. Esto es algo nuevo hasta ese momento, ya que la mayor parte de las narraciones medievales (como los poemas caballerescos o los épicos) se centraban en mundos fantásticos y en las hazañas de los héroes.
- La calidad de la prosa utilizada por Boccaccio, que será ejemplar para las futuras narraciones en prosa en lengua romance.
- Y el vitalismo que emana de sus páginas: esto convierte al Decamerón en un antecedente de lo que será la mentalidad renacentista: el hombre se convertirá en el centro del universo, desplazando a un segundo plano las preocupaciones religiosas medievales, y se dejará llevar más por los bienes materiales que por los espirituales.

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