¿Veis que ilustraciones tan bonitas? ¿No os ayudan a imaginar la época?´
Os propongo la lectura de otro cuento del Decamerón. En él aparece como personaje el pintor Giotto, por el que Boccaccio sentía gran admiración.
SEXTA JORNADA
COMIENZA LA SEXTA JORNADA DEL DECAMERÓN, EN LA CUAL, BAJO EL GOBIERNO DE ELISA, SE DISCURRE SOBRE QUIEN CON ALGUNAS PALABRAS INGENIOSAS SE RESARCE DE ALGÚN ATAQUE, O CON UNA RÁPIDA RESPUESTA U OCURRENCIA ESCAPA A LA PERDICIÓN O AL PELIGRO O AL DESHONOR
NOVELA QUINTA
Micer Forese de Rábatta y
el maestro Giotto, pintor, viniendo de Mugello, mutuamente se burlan de su
mezquina apariencia .
Al callarse Neifile,
habiendo gustado mucho a las señoras la respuesta de Ghichibio, así habló
Pánfilo por voluntad de la reina:
Carísimas señoras, sucede
con frecuencia que, así como la fortuna bajo viles oficios algunas veces oculta
grandes tesoros de virtud, como hace poco fue mostrado por Pampínea, también
bajo feísimas formas humanas se encuentran maravillosos talentos escondidos por
la naturaleza. La cual cosa muy aparente fue en dos de nuestros conciudadanos
sobre los que entiendo hablar brevemente: porque el uno, que micer Forese de
Rábatta se llamaba, siendo bajo de estatura y deforme, con una cara tan
aplastada y retorcida que hubiera parecido deforme a cualquiera de los Baronci
que más deformada la tuvo , tuvo tanto talento para las leyes que por muchos
hombres de valor fue reputado almacén de conocimientos civiles; y el otro, cuyo
nombre fue Giotto, fue de ingenio tan excelente que ninguna cosa de la
naturaleza (madre de todas las cosas y alimentadora de ellas con el continuo
girar de los cielos) con el estilo, la pluma o el pincel había que no pintase
tan semejante a ella que no ya semejante sino más bien ella misma pareciese, en
cuanto muchas veces en las cosas hechas por él se encuentra que el vivísimo
juicio de los hombres se equivoca creyendo ser verdadero lo que es pintado . Y
por ello, habiendo él hecho tornar a la luz aquel arte que muchos siglos bajo
los errores ajenos (que más para deleitar los ojos de los ignorantes que para
complacer al intelecto de los sabios pintan) había estado sepultada,
merecidamente puede decirse que es una de las luces de la florentina gloria; y
tanto más cuanto que, con la mayor humildad, viviendo siempre en ella como
maestro de las artes, la conquistó rehusando siempre ser llamado maestro; el
cual título, por él rechazado, tanto más resplandecía en él cuanto más era
usurpado con avidez mayor por quienes menos sabían que él o por sus discípulos.
Pero por muy grande que fuese su arte, no era él en la persona y el aspecto en
nada más hermoso de lo que era micer Forese. Pero volviendo a la historia digo
que:
Tenían en Mugello micer
Forese y Giotto sus posesiones; y habiendo ido micer Forese a ver las suyas en
este tiempo del verano en que los tribunales tienen vacaciones, y volviendo por
acaso sobre un mal rocín de alquiler, encontró al ya dicho Giotto, el cual
semejantemente, habiendo visto las suyas, se volvía a Florencia; el cual ni en
el caballo ni en los arreos estando en nada mejor que él, como viejos que eran,
avanzando poco a poco, se juntaron. Sucedió, como muchas veces en el verano
vemos suceder, que les alcanzó una súbita lluvia, de la que lo más pronto que
pudieron se refugiaron en casa de un labrador amigo y conocido de los dos. Pero
luego de un rato, no llevando el agua aspecto de parar y queriendo ellos llegar
en el día a Florencia, pidiendo prestadas al labrador dos viejas capas de paño
romañés y dos sombreros todos roídos por el tiempo, porque mejores no había,
comenzaron a caminar. Ahora, habiendo andado algo, y viéndose todos mojados y,
por las salpicaduras que los rocines hacen en gran cantidad con las patas,
llenos de barro, cosas que no suelen añadir ningún honor, aclarando un tanto el
tiempo, ellos, que largamente habían venido callados, empezaron a conversar. Y
micer Forese, cabalgando y escuchando a Giotto, que era excelentísimo
conversador, comenzó a considerarlo de lado y de frente y por todas partes; y
viéndolo todo tan deslustrado y tan mezquino, sin considerarse a sí mismo,
comenzó a reírse y dijo:
-Giotto, ¿cuándo, si
viniese a nuestro encuentro algún forastero que nunca te hubiera visto, crees
tú que pensaría que eras el mejor pintor del mundo, como eres?
Giotto le respondió
prestamente:
-Señor, creo que lo creería
cuando mirándoos a vos creyese que sabíais el abecé. Lo que, oyendo micer
Forese, su error reconoció y se vio pagado en la misma moneda con que había
vendido las mercancías.
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Y para completar: "Media dosis de cultura" y algunos de sus cuadros:
Giotto di Bondone, mejor conocido solo por su nombre de pila fue un notable pintor, escultor y arquitecto italiano del Trecento.
Se lo considera el primer artista de los muchos que contribuyeron a la creación del Renacimiento italiano y uno de los primeros en romper las limitaciones del arte y los conceptos medievales. Se dedicó fundamentalmente a pintar temas religiosos, siendo capaz de dotarlos de una apariencia terrenal, llena de sangre y fuerza vital.
Su importancia en la historia del arte es tremenda. No solo por sus innovaciones en el ámbito de la pintura, sino porque consiguió alcanzar un estatus de reconocimiento social excepcional para un artesano.
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