Breve antología de poetas del s. XX
Constantin Kavafis
En el lado de adentro del bullicioso
café
inclinado sobre la mesa, está sentado un anciano:
con un diario delante, sin compañía.
inclinado sobre la mesa, está sentado un anciano:
con un diario delante, sin compañía.
Y en el desmedro de la aciaga vejez
piensa cuán poco gozó los años
en que poseía fuerza, y palabra, y apostura.
piensa cuán poco gozó los años
en que poseía fuerza, y palabra, y apostura.
Sabe que ha envejecido mucho; lo siente,
lo ve.
Y sin embargo el tiempo en que era joven parece
como ayer. Qué breve espacio, qué breve espacio.
Y sin embargo el tiempo en que era joven parece
como ayer. Qué breve espacio, qué breve espacio.
Y cavila cómo lo engañó la Prudencia;
y cómo siempre en ella se confió-, ¡qué locura!-
la mentirosa que decía: “Mañana. Tienes mucho tiempo”.
y cómo siempre en ella se confió-, ¡qué locura!-
la mentirosa que decía: “Mañana. Tienes mucho tiempo”.
Recuerda los ímpetus que contenta; y
cuánta
alegría sacrificada. Cada ocasión perdida
se burla ahora de su necia prudencia.
alegría sacrificada. Cada ocasión perdida
se burla ahora de su necia prudencia.
… Mas de tanto pensar
y recordar
el anciano se casó. Y se queda dormido
apoyado en la mesa del café.
el anciano se casó. Y se queda dormido
apoyado en la mesa del café.
El primer peldaño
A Teócrito se quejaba
un día el joven poeta Eumenes:
"Dos años han pasado desde que escribo
y un idilio he hecho solamente.
Es mi única obra acabada.
Ay de mí, es alta, lo veo,
muy alta la escala de la Poesía;
y del primer peldaño aquí donde estoy
nunca he de subir el desdichado".
Dijo Teócrito: "Esas palabras
son impropias y blasfemas.
Y si estás en este primer peldaño debes
estar orgulloso y feliz.
Allí donde has llegado, no es poco:
cuanto has hecho, grande gloria.
Y aun este primer peldaño
dista mucho de la gente común.
Para que hayas pisado en esta grada
es menester que seas con derecho
ciudadano en la ciudad de las ideas.
Y es difícil y raro que en aquella ciudad
te inscriban como ciudadano.
En su ágora hallas Legisladores
a los que no burla ningún aventurero.
Aquí donde has llegado, no es poco:
cuanto has hecho, grande gloria.
un día el joven poeta Eumenes:
"Dos años han pasado desde que escribo
y un idilio he hecho solamente.
Es mi única obra acabada.
Ay de mí, es alta, lo veo,
muy alta la escala de la Poesía;
y del primer peldaño aquí donde estoy
nunca he de subir el desdichado".
Dijo Teócrito: "Esas palabras
son impropias y blasfemas.
Y si estás en este primer peldaño debes
estar orgulloso y feliz.
Allí donde has llegado, no es poco:
cuanto has hecho, grande gloria.
Y aun este primer peldaño
dista mucho de la gente común.
Para que hayas pisado en esta grada
es menester que seas con derecho
ciudadano en la ciudad de las ideas.
Y es difícil y raro que en aquella ciudad
te inscriban como ciudadano.
En su ágora hallas Legisladores
a los que no burla ningún aventurero.
Aquí donde has llegado, no es poco:
cuanto has hecho, grande gloria.
Fernando
Pessoa
Autopsicografía
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que llega a fingir que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y los que leen lo que escribe,
En el dolor que leen sienten bien,
No los dos que él tenía,
Sino sólo el que ellos no tienen.
Y así en los rieles de la rueda
Gira, distrayendo la razón,
Ese tren a cuerda
Que se llama corazón

Finge tan completamente
Que llega a fingir que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y los que leen lo que escribe,
En el dolor que leen sienten bien,
No los dos que él tenía,
Sino sólo el que ellos no tienen.
Y así en los rieles de la rueda
Gira, distrayendo la razón,
Ese tren a cuerda
Que se llama corazón
El
guardador de rebaños, de Alberto Caeiro.
". Mi mirada
es nítida como un girasol.
Tengo la costumbre de andar por los caminos
Mirando a la derecha y a la izquierda,
Y de vez en cuando mirando hacia atrás...
Y lo que veo a cada momento
Es aquello que nunca había visto antes,
Y por eso sé dar con generosidad...
Sé tener el pasmo esencial
Que tiene un niño si, al nacer,
Repara que de veras ha nacido…
Me siento nacido a cada momento
Para la eterna novedad del Mundo...
Creo en el Mundo como en una margarita,
Porque lo veo. Pero no pienso en él
Porque pensar es no comprender…
El mundo no fue hecho para que lo pensáramos
(Pensar es estar enfermo de los ojos)
Sino para mirarnos en él y estar de acuerdo...
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es por saber lo que ella es,
Sino porque la amo, y la amo por eso,
Porque quien ama nunca sabe lo que ama
Ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...
Amar es la inocencia eterna,
Y la única inocencia es no pensar…
Tengo la costumbre de andar por los caminos
Mirando a la derecha y a la izquierda,
Y de vez en cuando mirando hacia atrás...
Y lo que veo a cada momento
Es aquello que nunca había visto antes,
Y por eso sé dar con generosidad...
Sé tener el pasmo esencial
Que tiene un niño si, al nacer,
Repara que de veras ha nacido…
Me siento nacido a cada momento
Para la eterna novedad del Mundo...
Creo en el Mundo como en una margarita,
Porque lo veo. Pero no pienso en él
Porque pensar es no comprender…
El mundo no fue hecho para que lo pensáramos
(Pensar es estar enfermo de los ojos)
Sino para mirarnos en él y estar de acuerdo...
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es por saber lo que ella es,
Sino porque la amo, y la amo por eso,
Porque quien ama nunca sabe lo que ama
Ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...
Amar es la inocencia eterna,
Y la única inocencia es no pensar…
Rainer
María Rilke
Música

igual que muchos pasos, que órdenes susurradas.
¿Qué tocas tú, muchacho? Mira, tu alma
se ha enredado en los tubos de la flauta.
¿Por qué la atraes? Es el son como una cárcel,
en que se desperdicia y se equivoca;
fuerte es tu vida, pero tu canción es más fuerte.
reclinada en tu anhelo sollozando.
en que se desperdicia y se equivoca;
fuerte es tu vida, pero tu canción es más fuerte.
reclinada en tu anhelo sollozando.
Dale un silencio, que, callada, el alma
regrese en tu fluyente y en lo mucho,
en que vivió, creciendo, sabia y lejos,
antes que le metieras en tu suave tocar.
regrese en tu fluyente y en lo mucho,
en que vivió, creciendo, sabia y lejos,
antes que le metieras en tu suave tocar.
Cómo mueve sus alas ya más lánguida;
así disiparás su vuelo, soñador,
hasta que su ala, por el cántico hechizada.
no la lleve más sobre mis paredes,
cuando la llame yo para gozar.
así disiparás su vuelo, soñador,
hasta que su ala, por el cántico hechizada.
no la lleve más sobre mis paredes,
cuando la llame yo para gozar.
Georg
Tralk

Al atardecer cuando tocan a paz las campanas,
Sigo de las aves el maravilloso vuelo
Que en largas bandadas como devotos peregrinos
Desaparecen en las claras vastedades del otoño.
Deambulando a través de umbrosos patios
Sueño yo en sus lúcidos presagios,
Y siento que de las sabias horas no podré apartarme.
Así prosigo, por sobre nubes, tras sus viajes.
He aquí que un hálito me hace temblar ante las ruinas.
El mirlo clama entre las ramas deshojadas.
Oscilan las rojas vides entre rejas herrumbrosas.
Entretanto como un corro mortal de pálidos infantes
En torno al oscuro borde de pozos en descomposición.
Se inclinan ante el viento, enteleridas, azules ramas.
Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros
nos hemos hundido,
cuando habléis de vuestras debilidades,
pensad también en
los tiempos sombríos de los que os habéis escapado.
Cambiábamos de país como de
zapatos a través de las guerras de clases,
y nos desesperábamos donde sólo
había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y sin embargo, sabíamos que
también el odio contra la bajeza desfigura la cara.
También la ira contra la
injusticia pone ronca la voz.
Desgraciadamente, nosotros, que queríamos
preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables. Pero vosotros,
cuando lleguen los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en
nosotros con indulgencia.
Wislawa
Szymborska
Las tres
palabras más extrañas
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.
Las cuatro de
la madrugada
Hora
de la noche al día.
Hora de un costado al otro.
Hora para treintañeros.
Hora de un costado al otro.
Hora para treintañeros.
Hora
acicalada para el canto del gallo.
Hora en que la tierra niega nuestros nombres.
Hora en que el viento sopla desde los astros extintos.
Hora y-si-tras-de-nosotros-no-quedara-nada.
Hora en que la tierra niega nuestros nombres.
Hora en que el viento sopla desde los astros extintos.
Hora y-si-tras-de-nosotros-no-quedara-nada.
Hora
vacía.
Sorda, estéril.
Fondo de todas las horas.
Sorda, estéril.
Fondo de todas las horas.
Nadie
se siente bien a las cuatro de la madrugada.
Si las hormigas se sienten bien a las cuatro de la madrugada,
habrá que felicitarlas. Y que lleguen las cinco,
si es que tenemos que seguir viviendo.
Si las hormigas se sienten bien a las cuatro de la madrugada,
habrá que felicitarlas. Y que lleguen las cinco,
si es que tenemos que seguir viviendo.
Bajo una
pequeña estrella
Que me disculpe la
coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la
necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla
mía.
Que me olviden los muertos que apenas si
brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo
pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar
al nuevo el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores
a casa.
Perdonadme, heridas
abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el
abismo el disco de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por
el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza
acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una
cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta
misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto
siempre,
absuélveme, aunque
fueras un ave disecada.
Que me disculpe el
árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las
pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé
magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la
existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en
todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada
uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica porque
yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a
mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce
después para que parezcan ligeras.
W.H.Auden
Funeral
blues
(De "Dos canciones para Hedli Anderson)
Paren todos los relojes, descuelguen el teléfono,
Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso,
Silencien los pianos, y con un apagado timbal,
Saquen el ataúd, dejen pasar a los deudos.
Que los aviones nos sobrevuelen en círculos luctuosos
garabateando en el cielo el mensaje Él ha muerto,
Pongan un crespón alrededor de los cuellos blancos de las palomas,
Que los policías de tráfico usen guantes negros de algodón.
Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,
Mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
Mi mediodía, mi medianoche, mi palabra, mi canción;
Creí que el amor sería eterno, pero me equivoqué.
Ya no deseo las estrellas: apáguenlas todas;
Llévense la luna y desmantelen el sol;
Vacíen el océano y talen los bosques,
Porque ya nada puede volver a ser como antes.
(De "Dos canciones para Hedli Anderson)
Paren todos los relojes, descuelguen el teléfono,
Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso,
Silencien los pianos, y con un apagado timbal,
Saquen el ataúd, dejen pasar a los deudos.
Que los aviones nos sobrevuelen en círculos luctuosos
garabateando en el cielo el mensaje Él ha muerto,
Pongan un crespón alrededor de los cuellos blancos de las palomas,
Que los policías de tráfico usen guantes negros de algodón.
Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,
Mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
Mi mediodía, mi medianoche, mi palabra, mi canción;
Creí que el amor sería eterno, pero me equivoqué.
Ya no deseo las estrellas: apáguenlas todas;
Llévense la luna y desmantelen el sol;
Vacíen el océano y talen los bosques,
Porque ya nada puede volver a ser como antes.
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