lunes, 1 de marzo de 2010

Manet, "el pintor de la vida moderna"

Al igual que consideramos al autor de Las flores del mal como el iniciador de la “Modernidad”, Edouard Manet - que encarna al prototipo de artista reclamado por Baudelaire- es “el pintor de la vida moderna

A caballo entre dos mundos, El Realismo y el Impresionismo, algunos han calificado su estilo como Naturalista por cuanto se basa en la observación de la realidad y en la plasmación de ésta sin violación ninguna. Pero para captar esa realidad y su fugacidad consideró que lo mejor era una pincelada rápida y empastada, rasgo que después identificará al Impresionismo.

A pesar de que nunca se propuso ser un radical indómito, sus obras -como la de Baudelaire- provocaron varios escándalos. El mundo no estaba preparado para asumir un arte lleno de verdad como el suyo, una pintura en que la vida se presenta tal cual, sin adorno ni metáfora.

En 1863 presenta su Desayuno sobre la hierba (Déjeuner sur l´herbe), la obra suscitó la hostilidad entre los críticos conservadores y supuso un gran descubrimiento para un grupo de jóvenes que más tarde encarnarían el espíritu del Impresionismo. Es sabido que el tema ya contaba con antecedentes del Renacimiento: Giorgione, Tiziano, Rafael..., pero Manet lo interpreta adecuándolo a la modernidad.




Lo mismo sucede con su Olimpia. Para su desnudo, no necesitó diosas ni musas sino que presenta el desnudo de una prostituta, una mujer de la vida contemporánea. Allí donde todos vieron burla no había más que modernidad y veracidad.


Otro cuadro de Manet, el retrato de Jeanne Duval, vincula de nuevo a estos dos artistas. Como ya sabéis, Baudelaire se enamoró de esta mujer -algo mayor que él- cuando contaba 21 años; era conocida por todos como "la amante de Baudelaire". El retrato fue ejecutado cuando el escritor la había abandonado para instalarse en Bruselas. En el momento que posó para Manet estaba enferma y había sufrido una hemiplejía, lo que provocaría la paralización de su lado izquierdo, de ahí la extraña postura de su pierna. Se tumba en un diván verde, ante unas cortinas de transparente encaje, vistiendo un amplio traje blanco con tiras malvas. El rostro de la figura se identifica con el exotismo.
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También debemos a este pintor el retrato de otros escritores contemporáneos suyos: el de la derecha, Zola; a la izquierda, Mallarmé (hay cierta evolución del segundo al primero ¿no?)




















Por último, dedicado a los que pronto recorrerán los canales venecianos...
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