domingo, 30 de septiembre de 2012


Aquí tenéis algunos enlaces  a material audiovisual que os pueden interesar:
El vídeo precedente  se centra en La Ilíada y su título, "Troya, mito o realidad", ya os orienta sobre su contenido.

Entre las muchas páginas de consulta de La Ilíada , esta también os puede ser útil:
http://elfestindehomero.blogspot.com.es/search/label/03.%20La%20Il%C3%ADada%20como%20%C3%A9pica%20tr%C3%A1gica

Material audiovisual La Odisea
http://www.youtube.com/watch?v=rrV8pcTgYn4&feature=related

Los poemas homéricos


TEMA 1.        1.1  Los poemas homéricos: argumento y características.

INTRODUCCIÓN
Desde tiempos inmemoriales el ser humano se ha enfrentado a la dificultad de comprender el mundo. En ese intento se han ensayado distintas estrategias desde distintas culturas. Una respuesta común ha sido la introducción de mitos.
El mito es un relato en el que se cuentan sucesos extraordinarios situados en un pasado remoto y que surge por la necesidad de describir y explicar, en lenguaje alegórico, el origen de los elementos naturales y también de la civilización. Los actores de esos sucesos son seres que gozan de poderes inalcanzables para los humanos, es decir, dioses y héroes.

No sería aventurado decir que todas las culturas que han existido en la historia de la humanidad han tenido sus propios mitos y han vivido en íntima relación con ellos. Los relatos mitológicos ayudaban a comprender el mundo y sus misterios, justificaban jerarquías e instituciones, transmitían valores y regulaban la conducta. Además, estos relatos revisten un especial atractivo y están dotados de una alta fuerza emocional.
Es a Homero, con La Ilíada y La Odisea y Hesiodo (poeta del siglo VII a.c, autor de La Teogonía y Los Trabajos y los días) a quien debemos el corpus fundamental de la mitología griega ya que fueros ellos los que dieron forma escrita a la abundante tradición épica anterior.

HOMERO
Ningún poeta ha ejercido tanta influencia sobre las letras occidentales como Homero.  En palabras de Hegel, Homero es «el elemento en el que el mundo griego vive como el hombre vive en el aire». Admirado, imitado y citado por todos los poetas, filósofos y artistas griegos que le siguieron, es el poeta por antonomasia de la literatura clásica, a pesar de lo cual la biografía de Homero aparece rodeada del más profundo misterio, hasta el punto de que su propia existencia histórica ha sido puesta en tela de juicio (recordad lo relativo a “la cuestión homérica”).
Así, como en su figura confluyen realidad y leyenda, señalaremos sólo que la tradición sostenía que  era ciego, que varios lugares reclamaban ser su lugar de nacimiento ( Quíos, Esmirna,  Argos..,), que se cree que vivió en el s.VIII a.C. y que a él se le atribuye la creación de las dos obras más importantes de la épica griega: la Ilíada y la Odisea (ambas forman parte de un ciclo mucho más amplio de composiciones épicas en torno a la guerra de Troya y de Tebas, que no se han conservado íntegras)

La Ilíada
Desde el punto de vista formal, la Ilíada consta de consta de 15.693 versos (divididos por los editores, ya en la antigüedad, en  24 rapsodias o cantos), escritos en versos hexámetros (cada estrofa se compone de seis versos, dáctilos o espondeos). En su mayor parte, al igual que  la Odisea, está escrita en dialecto jónico, que a partir de Homero  se convirtió en la lengua del canto épico por excelencia. 
 La epopeya narra los acontecimientos ocurridos durante 51 días en el décimo y último año de la guerra de Troya. El título de la obra deriva del nombre griego de esta ciudad, Ιlión.
La obra comienza con estos singulares versos : - Canta, ¡oh Musa!, la cólera del pélida Aquiles que causó infinitas penas a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes. Cumplíase la voluntad de Zeus desde que se separaron disputando el atrida Agamenón y el divino Aquiles.
Según vemos ya en este  comienzo, el tema de la obra es la cólera de Aquiles , y sus núcleos temáticos, el asedio de Troya y la muerte de Héctor.
En síntesis, el argumento de la obra es el siguiente:
Agamenón, en una de sus muchas incursiones de saqueo a los pueblos vecinos, se apodera de Criseida, hija de Crises, sacerdote de Apolo. El dios ofendido hace caer sobre el pueblo griego una plaga mortal, pero los augures consultan a los dioses y disponen que el capitán general devuelva su presa. Quien lo exige con más fuerza es Aquiles. Agamenón acepta, pero en cambio, el rey de los mirmidones deberá entregarle a Briseida, mujer a la que el pélida ama tiernamente. Ante esta injusticia, Aquiles se niega a combatir y se encierra en su tienda.
Tetis, ninfa del mar y madre de Aquiles, pide venganza a Zeus y éste la complace haciendo sucumbir a numerosos príncipes aqueos y decretando la victoria de los troyanos.
La derrota es catastrófica. Inclusive, Agamenón piensa en regresar a Grecia, es entonces cuando Palas incita a Odiseo a exhortar a los griegos a proseguir en el combate. Patroclo, amigo entrañable de Aquiles, reprocha a éste su negativa a participar en la lucha y lo único que consigue es el préstamo de las armas y soldados del semidiós. Al salir Patroclo, los troyanos lo confunden y huyen despavoridos. Se enfrenta con Héctor, príncipe heredero y general en jefe de Ilión, quien tras un breve combate lo mata.
Al enterarse Aquiles de la triste suerte de su amigo y de la pérdida de sus armas, llora amargamente y su madre obtiene de Hefesto nuevas armas y armaduras para su hijo. Vestido con el nuevo equipo, Aquiles corre al campo de batalla causando enorme motandad entre los troyanos. Al fin, se encuentra con Héctor,  quien no tarda en morir bajo la enfurecida acción del rey de los mirmidones.
Príamo, acongojado por la muerte de su hijo preferido, acude a Aquiles a reclamar el cadáver para rendirle los honores debidos a su calidad. Zeus aconseja benevolencia y el vencedor accede para evitar la cólera de los dioses. El anciano rey regresa a la ciudad donde es incinerado el cuerpo con los juegos funerales tradicionales.
Los principales personajes son: Aquiles: Hijo de Tetis y Peleo, el más valiente y fuerte de los Aqueos, alentador de su pueblo;  Agamenón: Hijo de Atreo, rey de Argos y Micenos, hermano de Menelao y capitán general del ejército griego contra Troya. Llamado Atrida. Héctor: El más destacado de los guerreros  troyanos. Con su funeral termina la Iliada. Diómedes: Uno de los guerreros más valientes. En un combate hirió al propio Ares. Paris: Hijo de Príamo y Hécuba. Raptor de Elena. Odiseo: Rey de Itaca, el más astuto de los aqueos, protagonista de La Odisea.

La Odisea
Compuesta después de La Ilíada, el poema continúa la materia troyana al narrarnos la vuelta al hogar de uno de sus héroes: Odiseo (Ulises). La acción de la Odisea transcurre en 40 días de un otoño, en los que también se sintetizan diez años de aventuras. Los temas del retorno y de la venganza confluyen y se complementan, a pesar de las diferencias de ambiente y estilo que presentan los cantos en que se narran.
Está estructurada también en veinticuatro cantos y su hilo argumental se desarrolla en torno a tres núcleos:
·         La primera parte narra la situación en Ítaca tras la marcha de su rey, Odiseo, a Troya en compañía de las tropas aqueas. El palacio ha sido tomado por los pretendientes de Penélope, la esposa de Odiseo, y su hijo Telémaco emprende un viaje en busca de su padre.
·         La segunda parte relata el camino de regreso de Odiseo a su hogar. De forma no cronológica narra todo el recorrido de su viaje desde que salió de Troya.
·         La tercera parte se ocupa de la llegada de Odiseo a Ítaca. Una vez allí, con la ayuda de Telémaco, mata a los pretendientes de su esposa y recupera el trono.
El sentimiento de nostalgia de la patria y la familia, lejanas e inasequibles, y el ingenio vivo y rápido de Odiseo para sortear toda clase de impedimentos hacen que Odiseo un personaje inconfundible por su humanidad, su inteligencia y sus argucias. El relato de sus navegaciones constituye una serie de maravillosas aventuras, como la de los lotófagos, la de los lestrigones, la de Circe y, sobre todo, la del cíclope Polifemo, en la que el héroe vence con su astucia los poderes de los dioses adversos, del salvajismo y la maldad.

En la Odisea los acontecimientos no siguen un orden estrictamente cronológico. Por un lado simultanean acciones que transcurren en los mismo días pero en lugares distantes, como el  regreso de Odiseo y su búsqueda por Telémaco; y por otro el mismo héroe narra sus aventuras ante la corte de Alcínoo, cuando ya están a punto de llegar a su término. Gracias a este recurso los hechos son expuestos en primera persona por el propio Odiseo, lo que acrecienta la vida del relato y su estilo personal y subjetivo. La acción de las navegaciones de Odiseo se inicia pues in media res, procedimiento de estructura del poema que imitará Virgilio y que seguirán multitud de narradores.
Rasgos de las epopeyas homéricas:
  • La concentración argumental de la historia, puesto que los poetas griegos componían sus textos para ser recitados ante un pueblo que ya conocía la leyenda, de modo que se hacía innecesario su relato completo.
  • A nivel estilístico, destacan tres rasgos: El uso de un lenguaje sublime y grandioso que tiene la doble función de marcar el respeto hacia personajes superiores y diferenciarlos de la masa; el uso de expresivas comparaciones y, sobre todo, la presencia del epíteto épico, fórmula lingüística mediante la que se adjetiva a los personajes de mayor relieve en la narración y sirve de apoyo mnemotécnico para el recitador (Aquiles, el de los pies ligeros; Odiseo, el astuto…)
Apuntes complementarios
1.  Argumento de La Odisea
Finalizada la guerra de Troya, los jefes griegos que habían puesto cerco a la ciudad vuelven a sus tierras.  Uno de estos, Ulises, se embarca con sus amigos para volver a la isla de Ítaca. La valentía y la audacia de Ulises vencen todos los obstáculos que se le presentan. El dios Neptuno desata contra sus navíos fuertes tempestades y naufragios.

Una vez está a punto de dejarse vencer por la hechicera Circe; otra, se valió de una estratagema para liberarse del temible gigante Polifemo y para sacar a sus amigos de la cueva del horrible cíclope, tiene que oír el canto engañoso de las sirenas y sortear los feroces escollos de Escilla y Caribdis. 

En la isla Ogigia está el héroe Ulises siete años, retenido por la ninfa Calipso. Ulises logra huir de la isla en una balsa que él mismo se fabrica y, después de naufragar, llega a la isla de los feacios. El rey Alcinoo y su hija Nausicaa lo reciben cordialmente y le ofrecen libaciones.

Después de un banquete, la reina Arete escucha las maravillosas aventuras de Ulises. Le dice que estuvo en el país de los cíclopes, donde el gigante Polifemo le tuvo cautivo; que de allí pasó a la isla de la maga Circe, la que convertía a los hombres en cerdos; y que una tempestad estrelló su nave y le arrojó a las costas de Ogigia.

El rey Alcinoo profundamente compadecido le entrega un barco, con el cual regresa a su patria Itaca, donde su esposa Penélope, para librarse de sus muchos pretendientes, había prometido su mano a quien con el arco de Ulises venciera en un torneo a los demás. 

Cuando Ulises, después de haber perdido a sus compañeros, llega solo y se presenta en su palacio, disfrazado de mendigo, sin ser reconocido, interviene en el torneo y a muerte a los pretendientes de su esposa Penélope, regresa con ella y pasa a la posesión de su reino.

2. Otros datos sobre de la épica homérica
  Para los griegos, Homero es más que un simple recopilador de canciones antiguas. Aristóteles ensalza en la Poética la Ilíada  y la Odisea por su unidad. Homero fue el educador de las generaciones jóvenes que debían aprender largos párrafos de la Ilíada y la Odisea, que no eran consideradas simples creaciones literarias, sino una auténtica plantilla moral y práctica sobre la que se sustentaba la paideia la educación práctica y moral del hombre griego. Sus versos no sólo relatan luchas y aventuras, sino que dan instrucciones concretas de cómo comportarse con honor en diversas situaciones, cómo vestir a un guerrero, aparejar un caballo o trabajar la tierra. Sus cantos eran una suerte de enciclopedia, un cúmulo de todo el conocimiento útil para la vida, además de un inmejorable tratado de ética. 
  Existe un cierto consenso en que la fijación escrita de la épica homérica se produjo en el siglo VIII a. C. No obstante, la acción dramática se desarrolla aproximadamente medio milenio antes, en una época que había adquirido caracteres míticos para la audiencia. Es por ello que la figura del héroe tiene tal importancia en la épica, denominada por esto mismo "heroica". La facultad principal de estos héroes, además de su fabulosa constitución física, es su temperamento, la areté o virtud guerrera, que durante la ilustración ateniense (s. V a. C.) pasaría a ser virtud cívica, debidamente adaptada a los nuevos tiempos. Este concepto de areté podría resultar extraño hoy en día, ya que no entraba en contradicción con comportamientos tales como tomar botines de guerra, apresar y esclavizar a las mujeres del enemigo o engañarlo con estratagemas. Sin embargo, el sentido del deber y el honor, fundamentales para la cohesión de una comunidad, son una constante en la vida de los héroes. Aquiles tiene la opción de quedarse en su tierra y disfrutar de una larga vida sin honores o marchar a una guerra que no tiene apenas nada que ver con él, en una tierra inhóspita, donde sabe que morirá con seguridad pero alcanzará una fama inmortal. Sin embargo, elige la segunda opción. Ese es uno de los significados de la areté.
  Los dioses son los otros protagonistas principales de la epopeya heroica, y se nos presentan en una doble identidad. Por un lado son poderosos y deciden el futuro de los mortales de acuerdo con sus caprichos, como si de un juego de mesa se tratara, y por el otro aparecen más próximos a los hombres de lo que cabría esperar, con defectos que a veces les hacen resultar ridículos, orgullosos y lascivos. Incluso pueden llegar a ser heridos (aunque nunca muertos) por manos mortales cuando se inmiscuyen en la batalla. El poderoso Zeus, que gobierna sobre las demás divinidades, está también él sujeto a los dictámenes del Destino, la Até o Hado. Así se prefiguran algunos de los aspectos fundamentales de la tragedia: el hombre toma sus decisiones pero no está solo, los dioses juegan con él a su antojo y el destino resulta ineludible, se puede predecir pero no huir de él.  

lunes, 24 de septiembre de 2012

HOMERO La Ilíada, Canto I





 Empezamos con el Canto I de la Ilíada. Seguramente tendréis algún problema con algunos términos; haced una relación de los mismos y aclarad el significado. 
Comentaremos en clase qué os han parecido los dos vídeos insertados.

CANTO I
Peste Cólera
Después de una corta invocación a la divinidad para que cante "la perniciosa ira de Aquiles", nos refiere el poeta que Crises, sacerdote de Apolo, va al campamento aqueo para rescatar a su hija (Criseida), que había sido hecha cautiva y adjudicada como esclava a Agamenón; éste desprecia al sacerdote, se niega a darle la hija y lo despide con amenazadoras palabras; Apolo, indignado, suscita una terrible peste en el campamento; Aquiles reúne a los guerreros en el ágora por inspiración de la diosa Hera, y, habiendo dicho al adivino Calcante que hablara sin miedo, aunque tuviera que referirse a Agamenón, se sabe por fin que el comportamiento de Agamenón con el sacerdote Crises ha sido la causa del enojo del dios. Esta declaración irrita al rey, que pide que, si ha de devolver la esclava, se le prepare otra recompensa; y Aquiles le responde que ya se la darán cuando tomen Troya. Así, de un modo tan natural, se origina la discordia entre el caudillo supremo del ejército y el héroe más valiente. La riña llega a tal punto que Aquiles desenvaina la espada y habría matado a Agamenón si no se lo hubiese impedido la diosa Atenea; entonces Aquiles insulta a Agamenón, éste se irrita y amenaza a Aquiles con quitarle la esclava Briseida, a pesar de la prudente amonestación que le dirige Néstor; se disuelve el ágora y Agamenón envía a dos heraldos a la tienda de Aquiles que se llevan a Briseida Ulises y otros griegos se embarcan con Criseida y la devuelven a su padre; y, mientras tanto, Aquiles pide a su madre Tetis que suba al Olimpo y pida de Zeus que conceda la victoria a los troyanos para que Agamenón comprenda la falta que ha cometido; Tetis cumple el deseo de su hijo, Zeus accede, y este hecho produce una violenta disputa entre Zeus y Hera, a quienes apacigua su hijo Hefesto; la concordia vuelve a reinar en el Olimpo y los dioses celebran un festín espléndido hasta la puesta del sol, en que se recogen en sus palacios.

1 Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves cumplíase la voluntad de Zeus desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.
8 ¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Leto y de Zeus. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste, y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises. Éste, deseando redimir a su hija, se había presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas de Apolo, el que hiere de lejos, que pendían de áureo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos, así les suplicaba:
17 ¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria! Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, a Apolo, el que hiere de lejos.
22 Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetara al sacerdote y se admitiera el espléndido rescate; mas el Atrida Agamenón, a quien no plugo el acuerdo, le despidió de mal modo y con altaneras voces:
26 No dé yo contigo, anciano, cerca de las cóncavas naves, ya porque ahora demores tu partida, ya porque vuelvas luego, pues quizás no te valgan el cetro y las ínfulas del dios. A aquélla no la soltaré; antes le sobrevendrá la vejez en mi casa, en Argos, lejos de su patria, trabajando en el telar y aderezando mi lecho. Pero vete; no me irrites, para que puedas irte más sano y salvo.
33 Así dijo. El anciano sintió temor y obedeció el mandato. Fuese en silencio por la orilla del estruendoso mar; y, mientras se alejaba, dirigía muchos ruegos al soberano Apolo, a quien parió Leto, la de hermosa cabellera:
37 ¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila, a imperas en Ténedos poderosamente! ¡Oh Esminteo! Si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas!
43 Así dijo rogando. Oyóle Febo Apolo e, irritado en su corazón, descendió de las cumbres del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los hombros; las saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba parecido a la noche. Sentóse lejos de las naves, tiró una flecha y el arco de plata dio un terrible chasquido. Al principio el dios disparaba contra los mulos y los ágiles perros; mas luego dirigió sus amargas saetas a los hombres, y continuamente ardían muchas piras de cadáveres.
53 Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo, Aquiles convocó al pueblo al ágora: se lo puso en el corazón Hera, la diosa de los níveos brazos, que se interesaba por los dánaos, a quienes veía morir. Acudieron éstos y, una vez reunidos, Aquiles, el de los pies ligeros, se levantó y dijo:
59 ¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte; pues, si no, la guerra y la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños pues también el sueño procede de Zeus , para que nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo: si está quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, y si quemando en su obsequio grasa de corderos y de cabras escogidas, querrá libramos de la peste.
68 Cuando así hubo hablado, se sentó. Levantóse entre ellos Calcante Testórida, el mejor de los augures conocía lo presente, lo futuro y lo pasado, y había guiado las naves aqueas hasta Ilio por medio del arte adivinatoria que le diera Febo Apolo , y benévolo los arengó diciendo:
74 ¡Oh Aquiles, caro a Zeus! Mándasme explicar la cólera de Apolo, del dios que hiere de lejos. Pues bien, hablaré; pero antes declara y jura que estás pronto a defenderme de palabra y de obra, pues temo irritar a un varón que goza de gran poder entre los argivos todos y es obedecido por los aqueos. Un rey es más poderoso que el inferior contra quien se enoja; y, si bien en el mismo día refrena su ira, guarda luego rencor hasta que logra ejecutarlo en el pecho de aquél. Dime, pues, si me salvarás.
84 Y contestándole, Aquiles, el de los pies ligeros, le dijo:
85 Manifiesta, deponiendo todo temor, el vaticinio que sabes; pues ¡por Apolo, caro a Zeus; a quien tú, Calcante, invocas siempre que revelas oráculos a los dánaos!, ninguno de ellos pondrá en ti sus pesadas manos, cerca de las cóncavas naves, mientras yo viva y vea la luz acá en la tierra, aunque hablares de Agamenón, que al presente se jacta de ser en mucho el más poderoso de todos los aqueos.
92 Entonces cobró ánimo y dijo el eximio vate:
93 No está el dios quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, sino a causa del ultraje que Agamenón ha inferido al sacerdote, a quien no devolvió la hija ni admitió el rescate. Por esto el que hiere de lejos nos causó males y todavía nos causará otros. Y no librará a los dánaos de la odiosa peste, hasta que sea restituida a su padre, sin premio ni rescate, la joven de ojos vivos, y llevemos a Crisa una sagrada hecatombe. Cuando así le hayamos aplacado, renacerá nuestra esperanza.
101 Dichas estas palabras, se sentó. Levantóse al punto el poderoso héroe Agamenón Atrida, afligido, con las negras entrañas llenas de cólera y los ojos parecidos al relumbrante fuego; y, encarando a Calcante la torva vista, exclamó:
106 ¡Adivino de males! jamás me has anunciado nada grato. Siempre te complaces en profetizar desgracias y nunca dijiste ni ejecutaste nada bueno. Y ahora, vaticinando ante los dánaos, afirmas que el que hiere de lejos les envía calamidades, porque no quise admitir el espléndido rescate de la joven Criseide, a quien anhelaba tener en mi casa. La prefiero, ciertamente, a Clitemnestra, mi legítima esposa, porque no le es inferior ni en el talle, ni en el natural, ni en inteligencia, ni en destreza. Pero, aun así y todo, consiento en devolverla, si esto es lo mejor; quiero que el pueblo se salve, no que perezca. Pero preparadme pronto otra recompensa, para que no sea yo el único argivo que sin ella se quede; lo cual no parecería decoroso. Ved todos que se va a otra parte la que me había correspondido.
121 Replicóle en seguida el celerípede divino Aquiles:
122 ¡Atrida gloriosísimo, el más codicioso de todos! ¿Cómo pueden darte otra recompensa los magnánimos aqueos? No sabemos que existan en parte alguna cosas de la comunidad, pues las del saqueo de las ciudades están repartidas, y no es conveniente obligar a los hombres a que nuevamente las junten. Entrega ahora esa joven al dios, y los aqueos te pagaremos el triple o el cuádruple, si Zeus nos permite algún día tomar la bien murada ciudad de Troya.
130 Y, contestándole, el rey Agamenón le dijo:
131 Aunque seas valiente, deiforme Aquiles, no ocultes así tu pensamiento, pues no podrás burlarme ni persuadirme. ¿Acaso quieres, para conservar tu recompensa, que me quede sin la mía, y por esto me aconsejas que la devuelva? Pues, si los magnánimos aqueos me dan otra conforme a mi deseo para que sea equivalente... Y si no me la dieren, yo mismo me apoderaré de la tuya o de la de Ayante, o me llevaré la de Ulises, y montará en cólera aquél a quien me llegue. Mas sobre esto deliberaremos otro día. Ahora, ea, echemos una negra nave al mar divino, reunamos los convenientes remeros, embarquemos víctimas para una hecatombe y a la misma Criseide, la de hermosas mejillas, y sea capitán cualquiera de los jefes: Ayante, Idomeneo, el divino Ulises o tú, Pelida, el más portentoso de todos los hombres, para que nos aplaques con sacrificios al que hiere de lejos.
148 Mirándolo con torva faz, exclamó Aquiles, el de los pies ligeros/…/

jueves, 20 de septiembre de 2012

El Panchatantra


Tres cuentos del Panchatantra.
Os he seleccionado tres cuentos para acercarnos a esa obra. Leedlos y ya los comentaremos en clase.
El primero de ellos, Los brahamanes y el león, es uno de los más conocidos y figura en la antología realizada por Jorge L. Borges y Adolfo Bioy Casares " CUENTOS BREVES Y EXTRAORDINARIOS"

Los brahamanes y el león, ilustración de Roxana Escolar


Los brahamanes y el león

En cierto pueblo había cuatro brahmanes que eran amigos. Tres habían alcanzado el confín de cuanto los hombres pueden saber, pero les faltaba cordura. El otro desdeñaba el saber; sólo tenía cordura.
Un día se reunieron. ¿De qué sirven las prendas, dijeron, si no viajamos, si no logramos el favor de los reyes, si no ganamos dinero? Ante todo, viajaremos.
Pero cuando habían recorrido un trecho, dijo el mayor:
- Uno de nosotros, el cuarto, es un simple, que no tiene más que cordura. Sin el saber, con mera cordura, nadie obtiene el favor de los reyes. Por consiguiente, no compartiremos con él nuestras ganancias. Que se vuelva a su casa.
El segundo dijo:
- Mi inteligente amigo, careces de sabiduría. Vuelve a tu casa.
El tercero dijo:
- Ésta no es manera de proceder. Desde chicos hemos jugado juntos. Ven, mi noble amigo. Tú tendrás tu parte en nuestras ganancias.
Siguieron su camino y en un bosque hallaron los huesos de un león. Uno de ellos dijo:
- Buena ocasión para ejercitar nuestros conocimientos. Aquí hay un animal muerto; resucitémoslo.
El primero dijo:
- Sé componer el esqueleto.
El segundo dijo:
- Puedo suministrar la piel, la carne y la sangre.
El tercero dijo:
- Puedo darle vida.
El primero compuso el esqueleto, el segundo suministró la piel, la carne y la sangre. El tercero se disponía a infundir la vida, cuando el hombre cuerdo observó:
- Es un león. Si lo resucitan, nos va a matar a todos.
- Eres muy simple -dijo el otro-. No seré yo el que frustre la labor de la sabiduría.
- En tal caso -respondió el hombre cuerdo- aguarda que me suba a este árbol.
Cuando lo hubo hecho, resucitaron al león; éste se levantó y mató a los tres. El hombre cuerdo esperó que se alejara el león, para bajar del árbol y volver a su casa.


El chacal y el cocodrilo

Érase una vez un pequeño y astuto chacal que muy hambriento rondaba por la orilla del gran río en busca de algún pececillo o cangrejito con que alimentarse.
Pero en el fondo del río vivía un enorme cocodrilo, que también estaba hambriento y que, escondido entre el barro y las cañas, espiaba al chacal en espera de que en cualquier momento diese un paso en falso y cayera al agua para comérselo.

En varias ocasiones a punto estuvo el chacal de meterse precisamente en la boca del cocodrilo, pero valiéndose de su astucia logró salvarse del mortal peligro.

Entonces, temeroso de ser engullido por el feroz cocodrilo, el chacal decidió irse a pescar a otro lugar del río, donde no estuviera bajo la constante amenaza del saurio. Pero éste, muerto de hambre y loco de rabia al ver que se le escapaba tan rico bocado, determinó salir del río e ir en busca de la guarida del chacal para vengarse de él. Y ésa fue su perdición, porque enterado el astuto chacal de que el cocodrilo aguardaba en el interior de su madriguera para comérselo, encendió una enorme hoguera a la entrada hasta que el enemigo, impotente para franquear la barrera de llamas, quedó reducido a un montón de cenizas.

El elemento propio da fuerza y confianza; salirse de él es un riesgo imprudente.


Libro III, cuento IV 

En cierta región de un bosque vivía un león llamado Kharanakhara que corriendo un día hambriento por todas partes no pudo cazar ninguna bestia. A eso de la puesta del sol, llegó a una gran cueva, entró en ella y pensó: «Seguramente que algún animal vendrá a pasar la noche en esta cueva; de modo que me voy a quedar aquí escondido». Estando allí en tal situación, llegó el dueño de la cueva, que era un chacal llamado Adhipuchchha, el cual miró y vio las huellas del pie de un león que había entrado y no salido de la cueva. Entonces pensó: «¡Ah!, perdido estoy; seguramente que aquí dentro hay un león. ¿Qué hago? ¿Cómo he de huir?». Pensando así y sin moverse de la puerta empezó a gritar:
-¡Eh, caverna, ce! -Dicho esto, añadió de nuevo-: Ce, ¿ignoras que tienes un pacto conmigo, según el cual yo te he de hablar al venir de fuera y tú me has de responder? Si no me respondes, pues, me voy a otra gruta.
El león al oír esto pensó: «Sin duda que caverna invita a éste siempre que viene y hoy se calla por temor a mí. Pues se ha dicho esto:

» Voy, pues, a llamarle yo para que entre y me sirva de comida». Habiéndolo pensado así, le llamó. El rugido del león llenó todo el ámbito de la caverna, retumbando en ella cien veces; de tal modo, que puso en fuga hasta las bestias que estaban lejos. El chacal huyó enseguida a todo correr y recitó esta zloka:
Quien procede con cautela vive feliz, y no vive el que obra sin discernimiento. Yo me he hecho viejo viviendo en el bosque, y nunca he oído que una cueva hable.
 



Curso 2012-2013: Breve bienvenida

 CURSO 012-2013
Queridos alumnos y alumnas:
Bienvenidos a este nuevo curso y a esta asignatura con la que yo disfruto tanto y espero que vosotros también.
Como ya os he comentado en clase, en este blog vais a encontrar un poco de todo (apuntes, textos, lecturas complementarias, comentarios...) Me gustaría que participaseis activamente en él y así, en la medida que lo vayáis haciendo, ir sintiéndolo como vuestro. De todos nosotros.